Este domingo 1° de julio, los mexicanos tenemos una cita con
la democracia. A nivel federal, estarán en juego la presidencia de la República
y la renovación total del Congreso de la Unión, integrado por 500 diputados y
128 senadores.
A nivel local, se elegirán gobernadores de seis entidades
del país, a saber: Guanajuato,
Jalisco, Morelos, Tabasco, Yucatán y el
Distrito Federal. En este último, se habrá de elegir a los jefes
delegacionales.
Ante la disyuntiva
de ejercer o no el derecho a elegir a nuestros gobernantes, en mi opinión
personal, creo que no debemos dejar de hacer uso de esta prerrogativa. Mucho
nos ha costado ganar espacios democráticos. La lucha que ha dado la sociedad
civil por muchos años, ha obligado a que los gobernantes hayan tenido que
incorporar las demandas de la sociedad y traducirlas en leyes más confiables,
imperfectas a mi juicio, pero mucho mejores que las que teníamos hace 20 o 30
años. Para no ir más lejos, nuestra ley electoral vigente ya contempla el
conteo voto por voto y casilla por casilla.
Por otra parte,
nos cuesta mucho dinero organizar las elecciones. Este año el IFE tiene un
presupuesto de más de 15 mil millones de
pesos http://www.eluniversal.com.mx/notas/817842.html
y el Tribunal Electoral, de cerca de 2
mil millones http://www.te.gob.mx/transparencia/presupuesto/ejercido2011.htm
, esto sólo a nivel federal.
Tenemos una
democracia incipiente, recordemos que apenas en 1994 el IFE organizó su primera
elección presidencial. En 1997 por primera vez, los habitantes de la ciudad de
México, tuvimos la oportunidad de elegir a nuestro jefe de Gobierno. El
Tribunal Electoral del Poder Judicial se creó en 1996. Antes de eso, la Cámara
de Diputados, calificaba la elección.
Por esta razón
creo que no debemos dejar de ir a las urnas el próximo domingo. Tenemos una
responsabilidad con la historia, debemos pensar qué México le dejaremos a nuestros hijos. Lo que
hoy requiere nuestro país es que haya una elección nutrida. Que llenemos las
urnas de votos. Sólo así el próximo presidente del país tendrá legitimidad para
gobernar.
Quedarnos en
casa, y ser sólo testigos de lo que ocurre, no es opción. Anular el voto por
que no haya quien nos convenza con sus propuestas puede ser una forma de
mostrar nuestra inconformidad por cómo se maneja la política en el país, pero a
final de cuentas, eso no hace diferencia. Después de 90 días de campaña, quizá
haya alguien con quien encontremos cierta afinidad. Salgamos a votar este
domingo primero de julio. Hagamos de ese día una fiesta cívica. No dejemos que
nadie decida por nosotros.
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